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domingo, 22 de septiembre de 2013

Francia campeona del EuroBasket al ganar a Lituania (80-66)

El baloncesto salda su deuda con Francia. Y con Tony Parker. Una de las mejores generaciones de los últimos años consigue el oro que le faltaba en su palmarés. Francia ya tiene un oro europeo colgado del cuello. Se descargaron de complejos y miedos en la final contra España, y acabaron arrollando a su rival (80-66).

En un segundo cuarto esplendoroso, Francia arrolló a Lituania, con un espectacular Nicolas Batum. Pero es que, además, mostró más opciones defensivas y supo sacar partido de sus armas ofensivas pese a que Tony Parker no podía anotar al nivel esperado. Pero el baloncesto acabó saldando también las cuentas que tenía pendientes con Parker. El anillo perdido este año tras un sexto partido en el que sus Spurs parecían tenerlo. Y las medallas que se escaparon. Parker al final sonríe. Como toda una desacomplejada Francia.

Mantas Kalnietis y Tony Parker amanecían como firmes candidatos a formar parte del mejor quinteto del Eurobasket. Pero la final no les cruzaba. En un partido que empezó controlando Francia, Nicolas Batum defendía a Kalnietis. Sabedora de la importancia del base en el conjunto lituano, Francia colocaba a un gran defensor y un hombre extremadamente dotado físicamente para desgastar al, probablemente, jugador más necesario en el esquema de Kazlauskas. Pese a ello, Kalnietis conseguía sacarse una asistencia para Darjus Lavrinovic y anotar una canasta en penetración, pero Francia arrancó por delante, con rebotes ofensivos de Alexis Ajinça y Batum tomando responsabilidad ofensiva.

Con 7 puntos del alero de los Blazers y el acierto desde el exterior para responder a los triples de Kleiza y Maciulis, Francia comandaba 15-10 en el ecuador del cuarto.

Mas, tras el tiempo muerto, apareció Linas Kleiza al nivel de efectividad de la semifinal ante Croacia, para poner a Lituania por delante (19-22) al final del periodo. Sus 11 puntos, fruto de esa mezcla de lanzamiento exterior, juego al poste medio y fuerza para abrirse paso en la pintura, permitían el liderazgo báltico, ayudado también por un Kalnietis que iba engrasando el motor de su equipo pese a los diferentes defensores que intentaban desgastarle.

Francia se había frenado y, sin que Tony Parker acabara de mostrar la frescura en la penetración de la semifinal (1/5 en tiros de campo en el primer periodo), el equipo sufría para encontrar situaciones claras en ataque. Con él en el banquillo al inicio del segundo cuarto, eran Nando de Colo y Batum los encargados de tomar la responsabilidad ofensiva, aunque el que aparecía era Florent Pietrus.Tras una estelar semifinal, el ala-pívot galo volvía a aparecer con su derroche de intensidad y voluntad, que nunca se habían transformado en tanta utilidad defensiva y ofensiva. Aunque su actitud no era suficiente para cambiar el liderazgo lituano, que veía como el peso de Kalnietis crecía y como Kleiza rozaba la perfección, alcanzando los 16 tantos (27-29).

Y, si Kleiza reclamaba su cuota de protagonismo en un campeonato en el que ha ido de menos a más, Batum realizaba el mismo llamamiento. Con Kleiza en el banquillo, Francia cambió por completo la dinámica. Y eso que Tony Parker pasó largos minutos en el banquillo. Pero los dos triples de Batum supusieron el despegue. Kazlauskas lo frenó con 41-34, pero, ya con Parker en pista, Francia siguió aumentando su ventaja: el 47-34 era el resultado de una enorme recta final gala, con una pulcra defensa capaz de incrementar su confianza y darle alas en ataque.

Y acabó apareciendo Antoine Diot para coronar la maravilla francesa. Quedaban 9 décimas para el descanso. Sacó de banda Lituania, pero el balón recorrió el ancho de la pista hasta escaparse por el otro extremo sin que nadie le tocara. Era balón francés. Y, desde ese mismo punto y esas mismas 9 décimas, Francia logró lo imposible. Diot recibió y anotó un triple lejanísimo, en la perfecta situación de una Francia que creía en lo imposible ante una Lituania cabizbaja. Francia se marchaba al vestuario entre el éxtasis (50-34).

Todos los sinsabores de los últimos años, las frustraciones acumuladas contra España, el medallero que no reflejaba ningún oro... Francia había dejado sus complejos en semifinales. La final –de bella factura– parecía terminada. 

Boris Diaw tomaba el relevo anotador en el tercer periodo, castigando a Kleiza. Francia encontraba múltiples soluciones a esa mezcla de defensa, obsesión y desacierto que estaba dejando a Parker en uno de sus peores partidos del campeonato.

Batum, capaz a una horquilla de posiciones que va desde el 1 al 4, volvía a estar sobre Kalnietis. Francia confirmaba las múltiples posibilidades que le ofrecía la configuración de su plantilla. Ya le había ofrecido ciertas ventajas en la remontada frente a España, y estaba ahogando a una Lituania que vagaba por la pista en el tercer periodo. Las imágenes del cuarto eran tan indicativas como el airball de Kalnitis, seguido de un rebote ofensivo de Ajinça y otro de Gelabale, hasta que Boris Diaw logró colarse hasta el centro del corazón lituano, desde donde anotar. Francia se iba ya de 20 puntos, con la impresión de que nada podría suceder para que perdiera esa ventaja.

Francia había tiranizado la final. Hasta el punto de erradicar toda tensión competitiva. Francia se había cargado la final. Y, con ella, todos sus complejos. Dos cuartos les habían llevado a la desaparición.


El último cuarto era el momento para que Tony Parker incrementara sus números y acabase de redondear un campeonato de MVP. Pese a que Francia seguía con ventaja (72-54), parecía injusto que una estrella del calibre de Parker, cuyo compromiso con la selección estaba por encima de cualquier duda. En la mayor fiesta del baloncesto francés, Parker, el eterno líder, máximo anotador del Eurobasket, no estaba viviendo su mejor día. No había hecho falta; o ya había sido determinante a su modo. Terminó arreglando su casillero hasta los 12 puntos. Su palmarés, ya había engordado al descanso.

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